jueves, 23 de abril de 2009

No lo Sientas

Mis manos tienen un aspecto extraño bajo la luz mortecina del monitor. Parecen más viejas, más débiles. Extrañas sombras se proyectan sobre mi piel; falanges y nudillos, venas…

Ayer. Ayer atravesaba la plaza hacia la puerta del cine, había una mujer con un vaso de cartón que me dijo algo, mirándome a los ojos. No pude captarlo porque tenía puestos los auriculares, desvié la mirada y balbuceé algo así como “no… lo siento”. Entonces la mujer dijo “no, no lo sientas”. Y yo proseguí con mi existencia.

Batería Baja

Mi mente está vacía.
Tengo que gestionar una reclamación.
Ya la he gestionado.
Soy un crack, por tanto.
Siempre tengo sueño.
Vivo encogido, con un nudo en el estómago, hasta que llega la tarde y las nubes abandonan mi encéfalo.
Hoy luce el sol, y sus rayos derraman vitalismo sobre las plantas de los balcones del otro lado de la calle.
Me gusta el sol, la sensación cálida en [1.200 de estéticos... hasta luego] mi piel; millones de terminaciones nerviosas no desperdiciadas del todo.
Sueño.
Tiempo.
Hoy he vuelto a dormir como el culo.
Nuevos sueños inquietantes, no los recuerdo.
Se me acaba la batería, joder.

miércoles, 15 de abril de 2009

Sin Título 2

Demasiado alcohol y demasiado poco sexo. Envejecimiento acelerado.
Cuchillas asesinas en el reino de las pesadillas, donde el amor es un fugitivo que huyó hace tiempo.

Asfalto Empapado

La superficie lisa de las baldosas reflectaba la luz de la única farola de la calle con un brillo espectral y amarillento, mientras una fina pero constante llovizna impregnaba tristemente el silencio de la noche.
Me encontraba apoyado contra una fachada envejecida, apenas protegido por la fina capucha de mi abrigo, ajeno al frío, hipnotizado por el cadencioso palpitar del agua al precipitarse contra el suelo y por el fugaz sonido de los neumáticos al pasar sobre el asfalto empapado.
No lograba recordar.
Algo en mi interior… el rastro de una imagen, de unas palabras. Había algo que peleaba por abrirse paso en el interior de mi mente cansada, quizá la razón por la cual me encontraba en ese lugar.
Alcé la vista dejando que las finas gotas empapasen mi rostro y enjugasen mis lágrimas. Entonces recordé. Su rostro… ella me observaba fijamente con una mezcla de lástima y reproche, con los ojos tristes pero con un brillo sobrecogedor, con una mirada tan intensa que apenas pude mantenerla unos segundos antes de darme por vencido y bajar la cabeza, seguro de mi derrota.
Fueron mis palabras las que lo provocaron, esas palabras largo tiempo enquistadas en mi pecho y extirpadas en aquel repentino arrebato. Palabras sencillas, las únicas con las que puede ser expresada la verdad, que es pura, simple, y a menudo… de una crueldad infinita.

viernes, 3 de abril de 2009

Demasiados Zapatos

Estoy en el andén del metro, llevo demasiados zapatos en la mochila, demasiados zapatos, quizá si los escondo debajo de este cilindro metálico. Quizá sigan ahí cuando regrese. Pero no caben. No caben y el tren ya se acerca. La angustia se apodera de mi pecho y entonces suena la alarma. Tengo que ir a trabajar… un momento… no. No tengo que ir a trabajar. Hoy es sábado. El campo. Hace un par de semanas caminaba por la Plaza de Oriente, haciendo tiempo hasta que empezara la peli en el cine. Junto al palacio hay una especie de balaustrada […].