martes, 12 de noviembre de 2019

Cosas de hoy

Cosas de hoy. Me despertao a las 4 y algo, sin poder dormir, me he decidido a levantarme pronto, pero no tan pronto. Me tiral café encima. El café me permite permanecer despierto en recompensa por habérmelo tirán cima. Me levantao una hora antes de la cuenta sin querer; he ido a trabajar andando desde Sol, por la Gran Vía solitaria. Jóvenes de botellón en Sol, un borracho jadeante en Preciados, currantes madrugadores y abrigados.
Al entrar, las luces apagadas, la extrañeza de lo conocido.

viernes, 7 de abril de 2017

Pienso en los que Piensan

Al salir de la boca del metro de Ventura Rodríguez, levanto la vista y observo la verticalidad del edificio del hotel Princesa recortándose contra el suave azul del cielo, aparentemente limpio.
Mientras camino escucho en los cascos una canción del últimos disco de Iván Ferreiro, no sé como se llama la canción. "La luz de la mañana tardaba ocho minutos en llegar...". Pienso en los que piensan que la tierra es plana y lo felices que son.

lunes, 4 de marzo de 2013

Aceptamos el Amor que Creemos Merecer

…acabo de ver mi película favorita por primera vez.

Durante los créditos pienso…

Estoy en Conil y es febrero. Un pueblo de playa en invierno. No hace frío. Cenamos todos en una terraza. Es el restaurante típico de verano con mesas en la calle. El pueblo está casi desierto, lo tenemos para nosotros. Después de cenar nos vamos a la playa a beber. Cantamos, corremos por la playa. Gritamos a la noche, a la oscuridad del mar. Somos libres. Por primera y única vez en nuestras vidas. Después de gritar con todas nuestras fuerzas, Iván dice que esa es la imagen que quiere tener en la mente el instante antes de morir. Todos nos miramos, respirando el momento. Soy feliz.

Las luces se encienden y me parece imposible poder regresar a la realidad, a coger el metro, a llegar a casa… decido ir andando a Sol por la Gran Vía. Antes paso por plaza España. Está lloviendo, voy flotando sobre la acera mojada y brillante, sin pensar en nada, solo temiendo que acabe la sensación. Antes de entrar en el cine era una roca, un amasijo de apatía y ahora estoy flotando.

jueves, 30 de agosto de 2012

martes, 13 de diciembre de 2011

Rojo

Observo las luces nocturnas de las calles mientras voy escuchando Máxima FM a toda hostia, en el coche de esta tía que tiene una hija y treinta tacos y está buena, joder, más buena cuanto más bebo, cuanto más avanza la noche. Estamos en esta discoteca de Chueca, prácticamente solos y un pavo y una pava le han pedido a Rubén que haga un trío con ellos, y él está voladísimo y les dice que si lo quieren hacer conmigo y ellos dicen que no, que lo quieren hacer con él, pero él se pira y se pierde entre la gente y yo voy a la barra y me pido un Barceló con Sprite y vuelvo a hablar con Carlos y Jaime sobre no sé qué y le digo a Carlos que Vanesa está buena y Carlos me dice que es madre y yo sonrío y bebo y me siento en el suelo y veo las luces rojas que giran en la oscuridad de la discoteca y no veo a nadie, solo veo luz roja y cierro los ojos y solo hay rojo, un rojo que palpita en mis sienes y me mareo y abro los ojos y siento el peso de mi cuerpo, atraído hacia el suelo de manera irremediable y oigo nombres y oigo el tiempo y salgo a la calle, cojo un taxi y me voy a casa, con una sensación de vacío inabarcable, un vacío sucio y abismal, que se ciñe a mi cuello y me ahoga...

jueves, 17 de noviembre de 2011

Involución

El hecho extraño del que quería hablar hoy es que estoy experimentando una especie de regresión temporal por la cual me encuentro con que la mayor parte de mi actividad mental se centra en temas mucho más superfluos que los me preocupaban hace unos pocos años. Esta especie de involución puede deberse a un profundo desencanto por los temas que durante la infancia y la adolescencia nos han transmitido como los temas fundamentales (no los citaré porque, como ya he dicho antes, son temas que para mí, actualmente han dejado de tener interés, y además cada uno tendrá sus propias temas fundamentales, claro), y ahora llego a la conclusión de que esos ideas no eran tan importantes o simplemente prefiero pensar eso a enfrentarme al fracaso y al desencanto por la vida.
El espacio que dejan esos temas lo ocupan otras tontunas, porque en realidad todo son tontunas por las que no merece la pena preocuparse demasiadokfjkjkfjkjkjfkjkjkfj no llego a entender por tanto al que haciendo gala de una profunda incomprensión acerca de todo lo que excede de su propia percepción del mundo, se atreve si rubor alguno a cuestionar las tontunas que nos preocupan al resto de personas desencantadas con los TEMAS FUNDAMENTALES DE LA EXISTENCIA HUMANA MUAHAHAHAHAHAAAAA...

jueves, 26 de mayo de 2011

No quiero tiempo

No escribo porque prefiero hacer cosas en vez de escribirlas.

Pido disculpas.

El tiempo se escapa sin tiempo para pensar. Es como si uno tuviera que elejir constantemente a qué dedicar el tiempo, y mientras tanto él sigue avanzando, inexorable... imparable.

Tiempo. Tiempo. Hasta los huevos del tiempo.

No quiero tiempo. Quiero momentos.

martes, 12 de abril de 2011

Romance de la Noche sin su Luna

Qué me importan sus mentiras,
sus arranques de bravura,
si es el mundo un avispero,
una trampa gris y oscura.

Sabe el odio que es mi vida,
una sombra que supura,
una flor que se marchita,
una noche sin su luna.

Hoy contemplo tu mirada,
hoy reparo en tu hermosura,
si contengo en tí mi aliento,
no me invade la negrura.

Vuelo libre del tormento,
del dolor y la amargura.
Son tus ojos mi alimento...
esta noche, sé mi luna.

martes, 25 de enero de 2011

Breve Historia Chorra sobre Alcohol y Frustración Sexual con Final Anodino

Aquí me encuentro, tirado en esta butaca de bar escuchando la chapa infernal de este tío que no para de hablar sobre que si hay que vivir la vida a tope, que si patatín, que si patatán, que si el otro día iba con la moto y estuve a punto de morir aplastado bajo las ruedas de un camión y eso me hizo ver la vida con otros ojos, que si fue la hostia, que si he dejado a mi piva y ahora follo con mazo de tías... decido pedir otro copazo a ver si la mierda que me está soltando el menda este se me hace más llevadera. Lo cierto es que me tiene hasta los huevos, así que decido que ya está bien y le mando a tomar por culo. Me bebo de un trago mi copa recién servida y me largo del bareto, me doy cuenta de que voy bastante borracho porque caigo en que me he olvidado de pagar las copas y me la pela, que se encargue de ello el follador tocahuevos. Debe ser la una de la noche o así, y la calle está petada de peña que está de fiesta, rebotando de garito infame en garito infame. Me meto en uno en el que suena música ochentera y me apalanco en la barra. Consigo un copazo y me pongo a observar a la gente... a las pibas. Caigo en la cuenta de que no me masturbo desde hace por lo menos una semana y estoy más salido que el pico de un quesito. Una piva morena con minifalda y medias negras llama poderosamente mi atención. Su pelo parece gozar de una suavidad sobrenatural, imagino su tacto, su olor. La estoy mirando fijamente mientras consumo mi copa en sorbos pequeños. Empiezo a imaginarme al payaso vividor entrando por la puerta. Le veo en mi mente acercándose a la morena, acariciándole el rostro mientras le susurra algo al oído, ella sonríe y le responde... vuelvo a la realidad, al frío de la barra, a mi copa en la mano, caigo en que estoy bastante mareado, todo empieza a girar y tengo náuseas. Pienso, pienso. Pienso en un lugar en el que me gustaría estar ahora, lejos de todo. En una isla paradisíaca o algo así, tumbado en una hamaca junto a un lago con cascada, a la sombra de frondosos árboles tropicales. La morena de la minifalda está allí, nadando desnuda en el lago de aguas cristalinas, el aire es limpio y tan solo se escucha el sonido del agua y el canto de algún ave en la lejanía, mientras me quedo dormido. Me doy cuenta de que estoy a punto de caer desmayado en el suelo de este garito. Dejo mi copa y salgo a la calle. Busco un taxi que me lleve a casa. Mañana será otro día.

miércoles, 19 de enero de 2011

¿Qué pasó ayer...?

Cogí mi mochila y salí de casa.
Anduve por las calles luminosas con el frescor matinal acariciando mis sienes doloridas. La primavera en efervescencia empapaba a las gentes que sonreían felices mientras iban a comprar el pan o acudían al bar de la esquina en busca de de un café y conversación.
Al llegar a la plaza vi a mi amigo Venancio que me esperaba sonriente, sentado sobre el respaldo de un banco como si de un adolescente litroneador se tratara.
Intercambiamos saludos y comentarios sin importancia antes de meternos en su Focus con dirección a su casa de la sierra.
Llegamos a media mañana tras pasarnos por el supermercado del pueblo y proveernos de cervezas, botellas de ron y demás. La casa era enorme. Era obviamente propiedad de los padres forraos de Venancio. Él, al igual que yo, se dedicaba a chupar del frasco sin dar palo al agua. Aquella coincidencia motivó que enseguida empezáramos a llevarnos bien cuando nos conocimos en aquel cursillo de carpintería metálica del INEM. A las dos semanas dejamos de asistir y nos dedicábamos a pasar los días en mi casa jugando al Pro, fumando y bebiendo.
Aquel día los padres de Venancio estaban de viaje en las Islas Fiji y teníamos su casa disponible. El salón estaba lleno de objetos extraños, como de arte moderno y tal. Me llamó la atención una especie de escultura de unos 30 centímetros de alto, hecha con tiras de metal retorcidas en un amasijo pesado e informe.
Nos pusimos a beber a mansalva. Cuando estaba anocheciendo estábamos tan borrachos que yo me quité la ropa y me lancé en pelotas a la piscina que tenían en el patio de atrás. Apenas comenzaba la primavera y aún no era tiempo de baños nocturnos así que cuando salí de la piscina casi me da una lipotimia.
Venancio se estaba partiendo la polla mientras se burlaba ostensiblemente del tamaño de mi pene, reducido al máximo debido al frío. Parecía fuera de sí, tenía la cara descompuesta, con los ojos saliéndose de sus órbitas y emitiendo aquel terrible sonido, aquella carcajada grotesca. Provocó que perdiera por completo los estribos, me metí en la casa todavía en pelotas y agarré la escultura amorfa de metal, que pesaba lo suyo, llegué al borde de la piscina donde Venancio seguía descojonándose, a punto de darle un ataque. Me abalancé hacia él y le aticé con el cacharro en la cabeza con todas mis fuerzas. El cuerpo de Venancio cayó en la piscina cuyas aguas comenzaron a teñirse de rojo con la sangre que emanaba a borbotones de su cabeza.
Estaba muerto, ya no había marcha atrás. Me vestí como pude entre el miedo, el frío y la borrachera, cogí el Focus y me largué del pueblo, llegué a mi casa y me acosté, exhausto.
.
.
.
Es de día, abro los ojos. Estoy en mi cama, vestido. El dolor de la resaca es insoportable. ¿Qué pasó ayer...?

martes, 4 de enero de 2011

Shopping

3 de enero. 18:15. Salgo del curro, cojo el metro en Ventura Rodríguez, me bajo en Callao, miro la publicidad que está adherida a las paredes del andén. Sale la foto de un niño disfrazado de oveja.
Cuando salgo a la superficie arrastrado por la incesante marea de compradores me quedo contemplando por un instante el anochecer disfrazado con los ornamentos urbanos y las luces de colores incontables: postreros motivos navideños. Camino por la plaza abarrotada sintiendo cómo la soledad se agarra a mi espalda, me impide andar.
Realizar las compras navideñas a última hora y con la única compañía de los cientos de desconocidos compradores rezagados se ha convertido en una tradición más de estas fechas.

Me abro paso lentamente entre la animada muchedumbre hasta llegar a la entrada de la Fnac, donde dos señoras se esmeran en adherir pequeñas pegatinas de nosequé a la gente que va entrando y saliendo del comercio. Consigo esquivarlas y me dirijo a las escaleras, delante de mí hay una chica bastante atractiva, con minifalda y leggins negros y el pelo castaño, su visión me aleja por un instante de mis pensamientos oscuros, aunque poco después comienzo a sentir un odio irracional hacia todo el que me rodea, todos me estorban, todos son estúpidos, todos muestran su ignorancia sin ningún atisbo de rubor.

Planta 1. Videojuegos: Esta planta está habitada por la clase más baja de alimaña consumista. Niñatos fricazos que no tienen ni puta idea de nada y mucho menos de videojuegos pululan de acá para allá haciendo comentarios estúpidos sin ton ni son...
Planta 2. Películas: En esta sección nos encontramos con un nutrido grupo de pedantes aspirantes a convertirse en gafapastas de pleno derecho, sueltan sus peroratas de pseudocinéfilos esperando quedar como tíos y tías super"cool"tos ante sus coleguitas. Para ellos poseer conocimientos sobre cualquier tema consiste en soltar una frase que consideren que suena de puta madre aunque carezca completamente de contenido, porque el contenido es lo de menos. No hablan sobre películas sino que lo hacen sobre ellos mismos. Puta basura egocéntrica.
Planta 3. Cómics: El simple hecho de pasar por la sección de cómics hace que se me erice la piel. Consigo escapar tan solo un instante antes de desplomarme en la moqueta ahogado por mi propio vómito.
Planta 4. Libros: Gente normal.

Tras recorrer el edificio de arriba a abajo no logro encontrar nada de lo que buscaba, así que vuelvo a la calle, bajo hacia Sol por Preciados fichando pibas hasta que me meto por la entrada del Cercanías.

Cuando llega el tren de Aranjuez me meto en el vagón y consigo un asiento. Segundos después llega una piba que se sienta a mi lado, su novio se queda enfrente de pie. Saco mi libro y me pongo al tema, pero hoy por algún motivo estoy más salido que el pico de un quesito, y me distraigo constantemente mirando a la piba de al lado a través del reflejo de la ventana de enfrente, mi imaginación calenturienta o mi atractivo irresistible hacen que vea a la piva devolviéndome las miradas, mientras el novio permanece ahí parado y sin enterarse de nada.

Me despido de mi ligue imaginario al bajarme en la estación de El Casar y cojo el metro hasta El Carrascal, donde me dispongo a ir a la Fnac de Parquesur. Camino bajo la luz eléctrica hasta llegar al centro comercial. Empiezo a tener esa sensación angustiosa de "madre mía, tanto rollo y aún no tengo los regalos de las narices, que asco de existencia absurda de mierda..." [...].

jueves, 9 de diciembre de 2010

Insomnes Mandarinas

Voy en el tren de camino al trabajo dentro de mi estado de permanente somnolencia. Estoy de pie y delante de mí hay una señora sentada pelando una mandarina. Leo la siguiente frase de Charles Bukowsky: "Cuando Amor se convierte en una orden, Odio puede convertirse en un placer." A veces las cosas son tan obvias, que sin embargo se hace necesario que alguien las exponga sin más, para reparar en ellas.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Calma Pétrea

Me escapo un instante de la mundanidad rastrera, de la perversidad puntiaguda que atraviesa la carne de los sueños e inunda de sangre oscura el suelo de brillante porcelana.

Resbaladiza calma blanca y pétrea, fría y desnuda.

miércoles, 23 de junio de 2010

Somos

Somos islas que transitan
por un mar de lava ardiente,
somos flores repartidas
que comparten su simiente.

Somos luz y somos sombra,
somos voz y melodía,
somos sangre derramada,
fuentes de melancolía.

Somos viento que se pierde,
que no encuentra la salida,
somos tiempo derrochado,
somos juventud perdida.

Siento el frío de tus ojos,
siente el agua mis mejillas,
yo soy carne y tu eres humo,
somos nada vida mía.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Día 738. Mitología Escandinava.

Me despierto a las seis. No recuerdo lo que he soñado, pero en mi cabeza se han quedado suspendidos los nombres de tres periódicos británicos sin saber por qué: el Daily Mail, el Daily Mirror y el Daily Planet. No. El Planet es el periódico en el que trabaja Superman.
Me levanto y decido experimentar con mi vestuario; me pongo una camiseta roja debajo de una camisa negra, descartando metérmela por dentro del pantalón. Cuando me miro al espejo, observo que la camisa está bastante arrugada, pero me da igual. Me siento más cómodo vestido como un mamarracho que con traje y corbata. Desayuno y salgo de casa.
En la calle se está de puta madre, hace una temperatura perfecta. Cojo el tren por los pelos gracias a un espectacular sprint que deja atónitos al resto de usuarios de la estación con los que me cruzo. Una vez en el vagón ojeo el periódico. Me pongo música, seleccionando un álbum para que salte una canción de manera aleatoria, con la suerte de que justo suena el tema que me apetecía escuchar. Si creyera en la suerte, pensaría que hoy puede ser un día afortunado, que no voy a morirme de sueño y aburrimiento en el trabajo... y poco más, la verdad. No aspiro a mucho, lo cual podría ser bastante deprimente, pero lo cierto es que no me importa una mierda.
En Sol hago trasbordo y me dirijo con mis auriculares al andén de metro, donde me encuentro de frente con un pavo que me quiere hacer una encuesta, me recuerda a cuando estuve yo trabajando haciendo encuestas, menuda mierda. Estuve solo un día. Le digo que no y me monto en el metro.
Cuando llego al trabajo, mi compañero de enfrente me dice algo acerca de mi indumentaria. Le miro fijamente.
-Ya sabes tío, viernes casual y tal. -le digo.
-Aquí no tenemos de eso... y además es martes.
Me quedo sin saber qué responder ante tan incontestable afirmación, así que me encojo de hombros con cara de idiota y me dedico a lo mío.
Al rato mi compañero empieza a relatarme un escarceo sexual que ha protagonizado durante el fin de semana y yo empiezo a experimentar una sensación que mezcla admiración, envidia y odio irracional.
Para despejarme decido ir a dar un paseo hasta el baño, donde, tras echar un meo, me echo un vistazo en el par de espejos que hay en el baño, mucho mejores que el que tengo en mi casa; mi vestimenta me enrolla bastante, la verdad, pero me hace falta un afeitado y un corte de pelo, además me ha salido una espinilla encima del ojo derecho que confiere a mi aspecto un aire de gilipollas lamentable de lo más conseguido.
A las diez en punto me bajo al bar con otro compañero. Pido un café con leche y una tostada con mermelada de melocotón. En el local hay dos máquinas tragaperras. Una de ellas, de temática vikinga, está ocupada por un señor que juega con un estilo y un desparpajo que jamás creí posible contemplar en alguien que está jugando a las tragaperras; va y viene de la barra a la máquina y de la máquina a la barra con un cigarro en la mano y un carisma arrollador, como si no fuera con él la cosa, pavoneándose ante sus compadres que asienten como idiotas ante las gilipolleces que suelta acerca de vete tú a saber qué chorrada. Mientras, una voz desde el interior de la tragaperras va soltando frases grabadas.
Cuando nos traen nuestros pedidos, empezamos a poner a parir a un capullo de la oficina.
-Ese tío [¡POR ODÍN!] es un gilipollas.-Digo con vehemencia antes de atacar mi tostada.
Mi colega le da un sorbo a su colacao sin dejar de mirarme.
-Con la última que ha [¡AVANCE: UNO, DOS!] montado ha tocado fondo- dice mientras traga.-No voy a volver a dirigirle la palabra.
-Es un hijoputa de tomo y lomo, un auténtico cabronazo [¡MARTILLO DE TOOOOOOORRRRRR!].
-Ya te digo -vuelve a asentir mi compadre.- Además es un mentiroso de la hostia...
-Mentiroso compulsivo -le corrijo con el tenedor en alto.-El tío se cree sus propias mentiras, es una especie de sistema que utiliza para tratar de dar verosimilitud [¡POR ODÍN!] a las gilipolleces que suelta por ese buzón alitósico que tiene por hocico, el muy cabrón. Es algo común en la infancia. Pero que un tío con casi [¡PREMIO!] treinta tacos salga con esas... es realmente patético. Un ejemplo de que es un hijo de puta [¡MARTILLO DE TOOOOOOORRRRRR!] de lo más lamentable.
Se produce una pausa mientras mi colega asimila mi retahíla.
-Exacto.-Dice finalmente con rostro pensativo.

Regresamos a la oficina. […]